sábado, 16 de febrero de 2008

MANUEL MACHADO POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

MANUEL MACHADO
(1874-1947)

“Amiga que no se advierte
compañera que se olvida,
afirmación de la vida
que hace pensar en la muerte.”
Manuel Machado.

LA VOZ DEL AMOR Y LA MUERTE

En la creación del poeta sevillano Manuel Machado hay dos temas vitales, presentes de principio a fin y estrechamente conectados: el amor y la muerte, dos corrientes que vienen a juntarse en las aguas de un solo río: el de la vida. A Machado se le relaciona con harta frecuencia con el amor, o mejor dicho, con el amorío. Sin embargo, junto al tema amoroso, Machado ha hecho también de la muerte asunto importante de su poesía. “Poeta de la muerte”, lo llama Gerardo Diego.

Manuel Machado entre el amor y la muerte o, lo que es igual; Manuel Machado ante la vida, que, al cabo, en ese binomio irreductible se concreta para él la existencia: “Canta tú las fatalidades / que son las únicas realidades: / Amor y Muerte”.

Este gran poeta andaluz vivió siempre con la certeza de la muerte clavada en su alma. La sintió revolotear en forma de amenazante mariposa o de agorero murciélago, le caló su frío marmóreo como la nieve invernal hiela la tierra, vio su rostro traidor enmascarado tras el rojo y negro de unos labios generosos y unos ojos azabache con brillo de mortífero puñal, y hasta presintió su acechante presencia en la sombra de su propio cuerpo, fiel y obstinado negativo de su imagen viva: “Sombra, triste compañera / inútil, dócil y muda, / que me sigues donde quiera / pertinaz, como la duda”.

Manuel Machado nace en el barrio de la Magdalena de Sevilla, el 29 de agosto de 1874. Once meses después nace el poeta de las Soledades, su hermano Antonio.

Manuel y Antonio, “almas gemelas”, acuden al colegio del señor Sánchez donde aprenden las primeras letras. En el años 1882, los hermanos Machado conocen el mar, en Huelva. Ambos sienten en su adentros el deseo de ser marinos en cuánto sean mayores. En 1883, los Machados marchan a Madrid y los dos hermanos ingresan en la Fundación Libre de Enseñanza. Comienzan a leer artículos que firma su padre con el seudónimo de Demófilo. Manuel publica su primer libro Tristes y alegres, en 1894. Dos años más tarde, se traslada a Sevilla con el fin de cursar Filosofía y Letras. Aparece su segundo libro Etcétera. A fines de 1897 consigue la licenciatura y se traslada a Madrid, donde frecuenta las tertulias literarias. Dos años después, se traslada a París, como traductor de la editorial Garnier. Aposentado de nuevo en Madrid, recibe la alegría de ver en la calle su libro Alma, que Unamuno comenta entusiasmado. En 1904 estrena en el Teatro del Duque de Sevilla su comedia Amor al vuelo y al año siguiente sale a la luz su poemario Caprichos, de signo modernista. En 1906, aparece La fiesta nacional, tan elogiada por Rubén Darío, un año más tarde se edita Museo y Cantares. Un poco harto de su modo de enfocar la vida se traslada a Barcelona. En 1910 contrae matrimonio con Eulalia Cáceres. En Barcelona aparecen sus libros Trofeos y Poesías escogidas.

En 1912 publica su poemario Cante hondo. Gana la plaza de Bibliotecario Archivero, con destino en Santiago Compostela. Trasladándose posteriormente a la Biblioteca Nacional de Madrid. En 1918 aparece Sevilla y otros poemas.

En colaboración con Antonio escribió diversas piezas teatrales, siendo su obra cumbre La Lola se va a los puertos que es estrenada en el Teatro Fontalba por la famosa actriz Lola Membrives, el día 8 de noviembre de 1929. Dos años más tarde, los hermanos Machado son nombrados “Hijos ilustres y predilectos de Sevilla”. En 1932, se estrena La duquesa de Benamejí.

En 1936, Manuel formula su adhesión al régimen franquista, quedaban muy atrás las ideas liberales heredadas de sus mayores. Dos años después, Pemán y Eugenio d’Ors le comunican que prepare rápidamente su discurso de ingreso en la Real Academia Española. El 19 de enero toma posesión. Por las mismas fechas se publica en Valladolid su poemario Horas de Oro.

Manuel Machado al enterarse de la muerte de su hermano Antonio, se traslada a Colliure, ignorando la muerte de su madre, a quien deseaba consolar. A partir de este triste suceso, Manuel deja de escribir poesía política. Ya no es el mismo hombre ni el mismo poeta. La muerte de Antonio la tiene clavada en el alma. El 19 de enero de 1947 muere Manuel Machado en Madrid.

Enmarcado en la generación del 98 unas veces y en el modernismo otras, su andalucismo surge en toda su obra lírica con tal personalidad y gracia, que le sitúa aparte de los poetas coetáneos que con él compartieron el movimiento renovador de fines y principios de siglo. Y sobre todo otro valor -o valores que son muchos- prevalece su fidelidad a Andalucía, en una especie de misticismo grave y hondo, bien sentido en el alma y en la inteligencia. De ahí que declarase: “No hay nada superior a la canción del pueblo”.

Siguen teniendo vigencia las palabras de Dámaso Alonso, a pesar del tiempo transcurrido desde que las escribió: “Este hombre, este Manuel Machado, parece jugar, parece reír. No; acercaos: llora. Manuel Machado es profundamente significativo, profundamente grave, profundamente triste: expresó la gravedad por medio de la ligereza”.

El precioso poema de Lírica, uno de los más completos autorretratos del autor; titulado “Rima”, termina en estos versos: “Y... nada más. En mi conciencia inquieta / vigila bien. Espero; / sin saber qué. Y, en tanto, / me anego en risa, disimulo el llanto... / y voy viviendo, mientras no me muero”.

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Gracias.

viernes, 15 de febrero de 2008

BERNARDINO FERNANDEZ DE VELASCO POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

BERNARDINO FERNANDEZ DE VELASCO
(1783-1851)

“Si mis heridas se cierran,
no es por benéfica planta,
sino por no separarse
sin decirle adiós el alma.”
Bernardino Fernández de Velasco.

LA VOZ POETICA DE UN EMBAJADOR

Un hecho característico del siglo XIX fue que los poetas (los escritores en general) aspirasen a ocupar un puesto en la organización política de la sociedad. El prestigio social que adquirió la poesía hizo que los poetas importantes fuesen llamados a puestos de responsabilidad administrativa o que los políticos se atrevieran a publicar su obra poética.

Esta importancia social de los poetas y de la poesía sólo es explicable si unos y otra responden a los intereses y gustos de la clase dominante. Es decir, en una época de dominio burgués, el que los poetas ocupen puestos destacados en la Administración Pública, por el hecho de ser escritores de renombre, significa que su escritura no contradice las decisiones del poder. Juan Valera observaba acerca de la poesía civil liberal de origen ilustrado: “Esta poesía de Quintana y de Gallego, tan popular por su origen (...) nunca fue popular en su fin”.

Las revistas burguesas del siglo XIX, especialmente de la segunda mitad, publican asiduamente poesía. Los nombres de los poetas corresponden a los que escriben la mejor poesía del momento.

El caso de Bernardino Fernández de Velasco que, además de ser embajador en París, fue el encargado de formar Gobierno, es un buen ejemplo de lo que hemos dicho anteriormente.

Bernardino Fernández de Velasco, duque de Frías y conde de Peñaranda, nació en Madrid el 20 de julio de 1783. Noble y oficial del ejército al producirse la invasión napoleónica, desoye los consejos de algunos familiares afrancesados y se presenta a la Junta de Sevilla. Toma parte en distintos combates y se retira a Cádiz cuando el estado de su salud le obliga a ello.

A la llegada de Fernando VII defiende el régimen constitucional, y durante el período en que éste predomina es embajador en Londres. Restaurado el absolutismo, se retira a Barcelona y de allí a Montpellier. Regresa en 1828 sufriendo la pérdida de su segunda mujer, María de la Piedad Roca de Togores, a quien dedicaron una corona fúnebre todos los poetas de la época. Embajador de París. Elegido senador por León fue el encargado de formar Gobierno, permaneciendo tres meses en el poder (septiembre-noviembre 1838). Retornó a sus actividades privadas y sólo volvió a la vida política, al ser elegido senador vitalicio. Académico de la Real Academia Española y de la de la Historia, falleció en Madrid el 28 de mayo de 1851.

La obra poética que se conserva de este autor con el título de Obras poéticas del Excmo. Sr. don Bernardino Fernández de Velasco, duque de Frías, ha sido objeto de una edición por la Real Academia Española, a la que hay que añadir su composición La muerte de Felipe II, premiada por el Liceo en 1842. Clasicista en la mayor parte de su lírica, muestra también algún sentimiento romántico como podemos comprobar en su “Romance morisco”, que finaliza con estos versos: “Llega a su campo, desmonta; / sigue llorando a su amada / y ansia que torne a la noche / para que le hable y hablarla”.

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MARIANA PINEDA POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

MARIANA PINEDA
(GRANADA, 1804-GRANADA, 1831)


“¡Oh qué día tan triste en Granada
que a las piedras hacía llorar,
al ver que Marianita se muere
en cadalso por no declarar.”
Romance popular.

LA VOZ DE LA HEROÍNA DE LA LIBERTAD

Mariana Pineda, la romántica heroína de la libertad, nacida en Granada el 1 de septiembre de 1804, fue ajusticiada a manos de la reacción absolutista de Fernando VII, el 26 de mayo de 1831, por bordar una bandera de los liberales.

Casi cien años después, en 1925, Federico García Lorca escribe Mariana Pineda, su drama romántico, obra literaria más que teatral, más lírica que dramática, ya que en todos los personajes casi siempre se escucha indistintamente la personalísima voz del poeta. “Yo soy ante todo –decía Federico- poeta dramático”.

El estreno en Madrid del drama Mariana Pineda durante la dictadura de Primo de Rivera constituyó un acontecimiento literario y tuvo también un profundo sentido político. Toda la España amante de la libertad acudió a las representaciones. Federico que tenía escrita la obra desde casi tres años, la llevaba de tertulia en tertulia inútilmente. Los directores no se decidían a representarla entre otras razones porque Mariana Pineda era entonces un drama político. Margarita Xirgu, la generosa y fiel amiga del poeta, tuvo la fortuna de estrenarla en 1927. Han pasado ochenta y un año, y Mariana Pineda se nos aparece como la verdadera fuente de donde nace toda la lírica de nuestro poeta. Y sobre todo, en Mariana Pineda, Federico presagia y enaltece su desdichada y gloriosa muerte

Mariana Pineda Muñoz se casó a los quince años con un terrateniente del partido liberal, enviudando tres años después, fue detenida por bordar en una bandera la leyenda “Ley, Libertad, Igualdad”, destinada a la conspiración liberal. Uno de los miembros de la Audiencia de Granada, Pedrosa, intentó que delatara a sus cómplices, ya que estaba enamorado de ella. Al no conseguirlo fue llevada, primero, a la cárcel de mujeres de Granada y, después, a la de casa y corte, recibiendo la sentencia de muerte.

“En la bandera de la libertad / bordé el amor más grande de mi vida”, nos dice Mariana Pineda, a la que tan soberbiamente Federico supo dar voz, para que así se reconozca y aprenda a estimarse a nuestra heroína de la libertad, que duerme en Granada su sueño de amor.

La muerte de Mariana Pineda fue especialmente dramática, ya que al hecho mismo de la ejecución se unió la inexperiencia o escasa habilidad del verdugo, que con el garrote vil no sólo le rompió la médula espinal por el cuello sino que le atravesó el punzón hasta la boca. Como es sabido fue agarrotada en el Campo del Triunfo de Granada, mientras se quemaba ante sus ojos la bandera causante de su detención.

La tragedia de la muerte obsesionaba hasta el delirio la sensibilidad del niño que fue siempre Federico. Tal vez a aquel gran poeta, dulce y profético, la muerte de Marianita “en su Granada “, le ofrecía por adelantado, y en símbolo terrible, la visión de su propia muerte. Al decir, al cantar y al contar la muerte de Mariana Pineda, Federico nos dice, nos canta y nos cuenta su imperecedero morir, el correr de su sangre, como el de sus dos ríos granadinos: “Los dos ríos de Granada / uno llanto y otro sangre”.

El amor a la libertad, le hace gritar a nuestra heroína: “Yo soy la libertad porque el amor lo quiso. / ¡Pedro!, la libertad por la cual me dejaste. / Yo soy la libertad herida por los hombres. / Amor, amor y amor y eternas soledades”.


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miércoles, 13 de febrero de 2008

RAMON DE GARCIASOL POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

RAMON DE GARCIASOL
(1913-1994)

“Quita la niebla
del corazón.
La primavera
tiene razón.”
Ramón de Garciasol.
LA VOZ DE LA FRATERNIDAD

Entre los poetas que pueden inscribirse en la vertiente de la poesía social que atiende sobre todo a la fraternidad y a la compasión por el mundo, está Ramón de Garciasol. Su firma literaria es un seudónimo. Su verdadero nombre es Miguel Alonso Calvo. El poeta nace en Humanes de Mohernando, provincia de Guadalajara, el 29 de septiembre de 1913 -día de San Miguel-. Como Miguel de Cervantes y Miguel de Unamuno fue bautizado con el nombre del santo del día. Hijo de humildes artesanos, estudió el bachillerato en el Instituto de la capital alcarreña. Se licenció en Derecho por la Universidad Central. Trabajó en una importante editorial radicada en Madrid. Poeta, biógrafo, narrador y ensayista nunca olvida sus orígenes populares. Y desde luego, Garciasol es un poeta social. “Solo mediante la cultura, mediante el diálogo –decía el poeta-, se podrá llegar a alcanzar algún día la fraternidad, la solidaridad”. Ramón de Garciasol muere en Madrid el 14 de mayo de 1994. Ramón de Garciasol nos había dicho: “Por eso quisiera que el futuro no hiciera estéril tanto duelo, pido luz y solidaridad para los que no he de ver ni se acordarán de mí”.

Garciasol escribe una poesía sobria, en la que el tema predominante es el hombre en relación con su vida y con su patria. Defensa del hombre es el primer libro de Garciasol, en el significado de veras literario. Este libro apareció en 1950 y está dedicado a Mariuca ( la que sería pronto su esposa, María del Pilar Falcó), como la mayoría de los libros poéticos de Garciasol. La esposa es, potencialmente, madre. Madre significa creación y Garciasol -como Unamuno- tendrá a la madre como uno de los temas centrales de su obra. Un libro suyo se titula, precisamente, La madre.

La ceguera es uno de los más hermosos y tristes temas de Garciasol, tema que se repite en su poesía. Cantando su ceguera, el poeta la conjurará y la transformará en radiante visión final.

En 1952 aparecen dos libros de Garciasol, Canciones y Palabras mayores. El siguiente libro Tierras de España, se publica en 1955, y significa la vuelta al soneto. La geografía y la historia de España, su Naturaleza y sus seres humanos, serán ya preocupación explícita en la prolífica obra poética de Garciasol, un caminante enamorado de su tierra.

A finales de 1956 se publica Del amor de cada día. Este amor es el de los dos, Garciasol y su esposa. La madre (1958) supone la más intensa desolación de toda la poesía de Garciasol. Poemas de andar España aparece en 1962. En 1965 publica Fuente Serena. Libro dedicado a Mariuca y “a las heroicas mujeres de los escritores españoles”. Comienza el libro como un “Homenaje a la poesía popular española”, identificación del poeta con el pueblo que canta, sea de la región que sea. Quiere él que estas canciones que crían alegría, ahuyenten soledad. En el mismo año se publica Herido ver, el prodigio de la visión recuperada. En un breve prólogo, el poeta explica, que fue operado felizmente de su miopía congénita cuando sobrepasaba las treinta dioptrías. El libro trata de la angustia y del agradecimiento: de la ceguera y de la luz.

Garciasol ha dedicado varias obras en prosa a Cervantes y no podía faltar un libro de poemas a él consagrado: Hombres de España: Cervantes. En ese mismo año, 1968, se publica Apelación al tiempo. Dos años más tarde se publica Los que viven por sus manos, poesía que está iluminada por la luz cordial de un sol de amor, o fraternidad. Libro consagrado a la honesta pobreza de quien trabaja “con sus manos”.

En la década de los 70, escribe los siguientes libros poéticos: Del amor y del camino, Decidido vivir, Mariuca, Memoria amarga de la paz de España y Escuela de la pobreza. En 1982 publica Recado de El Escorial y al año siguiente Diario de un trabajador, libro de despedida, por la jubilación del autor de su tarea laboral cotidiana.

Garciasol ha publicado también los siguientes libros de ensayo: Vida heroica de Miguel de Cervantes (1944), Una pregunta mal hecha: ¿Qué es la poesía? (1954), Presencia y lección de Rubén Darío (1961), por el que obtuvo los premios Henríquez Ureña en 1955 y Fastenrath en 1962, y Claves de España: Cervantes y El Quijote (1965).

En su obra, a más de los valores literarios, se percibe un aire moral respirable que la distingue. Siempre ha sido fiel al verso impar: iguala con la vida al pensamiento. Y a un mandato inolvidable: “Estoy con vosotros / hombres que trabajan, / por amor, / porque me manda / el mismo clamor, / igual esperanza”.

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Por la convivencia frente a la crispación.
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martes, 12 de febrero de 2008

CARLOS V POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

EN EL 450º ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE
CARLOS V

“Temiendo tu valor, tu ardiente espada,
sublime Carlos V, el bárbaro africano,
y el bravo horror de ímpetu otomano
la altiva frente humilla quebrantada.”
Fernando de Herrera. A Carlos V Emperador.

LA VOZ DEL EMPERADOR

Entre los aspectos positivos de la personalidad de Carlos V se citan la religiosidad, su amor a la justicia, su gusto por los negocios de Estado, al tiempo que se enfatiza el gesto de su abdicación de Bruselas, un adiós al poder que revela su “épica grandeza”, para concluir con la halagadora constatación de su “sentido ético de la existencia” como principal elemento de definición. Entre los defectos se mencionan la sequedad de su trato, su tendencia a olvidar las recompensas merecidas por sus servidores o su afición a la guerra y su ansia de protagonismo militar. Finalmente se reseñan su inclinación a las mujeres y su apego a los relojes y los mapas, mientras sus gustos artísticos se ejemplifican en su amor a la música y en su conocida estima por Tiziano.

Carlos I de España y V de Alemania nace en Prisenhod (Gante), el 24 de febrero de 1500. Hijo de Felipe el Hermoso, de la casa de Habsburgo, y de Juana la Loca, de la casa de Trastamara. Hereda de Maximiliano I, su abuelo paterno, los territorios del archiducado de Austria, de Fernando el Católico, su abuelo materno, los reinos y posesiones de la Corona de Aragón, y de Isabel la Católica, su abuela materna, Castilla y todas sus posesiones. Rey de España en 1516 y emperador de Alemania en 1519. Era el rey más poderoso de su tiempo, con dominios en Europa, África y América, pudiendo decir que no se ponía el sol en su Imperio.

Su reinado consagra la idea del Estado nacional renacentista, a la que Carlos V añade la idea imperial europea, de restauración de un Imperio cristiano regido temporalmente, a la que se oponen Francisco I de Francia, el Papa y el espíritu nacionalista de la época, contrario al Imperio medieval pretendido por Carlos V. Su sueño de dominación universal le obligó a luchar contra Francisco I en cuatro guerras, logrando vencer al monarca francés en Pavía y obligándole a firmar el Tratado de Madrid (1526). También peleó contra Solimán II, sultán de los otomanos, y contra los luteranos de Alemania. Detiene el avance hacia Viena de los turcos, a quienes conquista Túnez y La Goleta. Con los protestantes firma la paz de Nuremberg (1532) y Mühlberg (1547), pero en 1548 concede un estatuto de igualdad de derechos entre católicos y protestantes.

No supo hacerse querer por sus súbditos de España, a quienes agobiaba con sus excesivos impuestos originados por su ambiciosa política exterior, y a los que desagradaba sobremanera la corte flamenca que introdujo en el país. A principios de su reinado estalló la sublevación de las Comunidades que termina ahogada en sangre. Los comuneros fueron derrotados en la famosa batalla de Villalar (1521), siendo condenados inmediatamente a muerte y ejecutados sus jefes Padilla, Bravo y Maldonado. Igualmente las tropas del rey derrotaron el movimiento de las Germanías de Valencia y Mallorca, en 1521 y 1523 respectivamente.

No pudiendo, a pesar de su autoridad y su gran energía realizar completamente sus proyectos ambiciosos, y cansado del poder, abdicó en 1556 y se retiró al monasterio de Yuste (Cáceres), donde murió el 21 de septiembre de 1558. El retiro de Carlos V, y sobre todo sus funerales, a los que, según una tradición reconocida hoy por falsa, quiso asistir en vida, han sido objeto de frecuentes alusiones. Le sucede en España su hijo Felipe II, en Alemania su hermano Fernando I. La idea imperial de Carlos V muere con él, pero sus sucesores en España pretenden continuar siendo el brazo armado de la Iglesia y de todos los reinos católicos frente al protestantismo.

El siglo XVI es el siglo de la historia americana e imperial más fecundo y nutrido de los tres siglos de poderío territorial de los españoles en el mundo. En este siglo se perfila de un modo claro el mapa de los dominios españoles y se definen las rutas de expansión. En realidad, en 1517 comienza la ola de las exploraciones americanas fructíferas, Grijalva, hombre de Cuéllar, como Diego Velázquez, es el verdadero descubridor de México, llegando mucho más allá de donde luego Cortés fundara la villa rica de la Vera Cruz. El año 1519 es el jalón inicial de la conquista de México, llevada con pericia singular, tacto, y valor no igualado sino por Pizarro, por Hernán Cortés. En la misma fecha se iniciaba el crucero que había de ser inmortal, dirigido por Magallanes y en cuyo curso había de descubrirse la comunicación entre los dos “mares” –el del Sur y el Atlántico-, las islas Filipinas, islas e islotes oceánicos, comprobándose además de un modo práctico la esfericidad terrestre.

A partir de entonces ya se sabe en la Casa de Contratación de Sevilla –y por lo tanto el Consejo de Indias, el rey y los organismos solventes de España- cuáles son las fronteras geográficas del mundo que comenzaba a señorearse. En 1526 se lanza la expedición que tenía por objeto completar el dominio colonial de España con la Florida.

La Edad de Oro (lo de siglo suele resultar poco exacto) de las letras españolas comienza en la época de Carlos V, emperador que cuenta entre sus más heroicos capitanes con Garcilaso de la Vega, que ante su vista cayó herido peleando en la campaña de Provenza, y que fue considerado tanto por Cervantes como por Lope de Vega, el primero de los poetas castellanos.

El reinado de Carlos V podría resumirse en esta frase: El gran legado de Carlos V fue la unidad de Europa y España con una influencia muy significativa en la confección de la política imperial. Y como dijo el poeta: “Alce España los arcos en memoria / y en colosos a una y otra parte / despojos y coronas de victoria, / que ya en la tierra y mar no queda parte, / que no sea trofeo de tu gloria, / ni le resta más honra al fiero Marte”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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Será vano el intento de humanizar las guerras. Lo humano es evitarlas.
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lunes, 11 de febrero de 2008

ARTURO BAREA POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

ARTURO BAREA
(1897-1957)

“Hijo, yo de la guerra no entiendo.
Pero ¿por qué matarse?”
Arturo Barea.


LA VOZ DE UN REBELDE

Arturo Barea es un novelista que ha alcanzado un gran prestigio internacional. Su gran obra, La forja de un rebelde, escrita en buena parte durante la guerra, solamente aparece muchos años después. Es libro de curiosa historia: se publicó primero en inglés (Londres 1941-1944), para ser retraducido después a su lengua original (Buenos Aires, 1951).

La forja de un rebelde constituye una trilogía integrada por tres libros -La forja, La ruta, La llama- y en cuanto que es básicamente una autobiografía, resulta ser una crónica de la España en que su autor vivía. El elemento autobiográfico, en ningún momento ocultado, pues aparece el autor con nombre y apellido, no cuenta en función de la biografía de Barea, sino de una rememoración de las vivencias del autor que sirven para la reconstrucción decisiva de la historia española. No todos los libros de la serie tienen el mismo valor y el primero de ellos, La forja, más independiente de juicio, constituye una de las obras novelescas más importantes de nuestro siglo. La forja es una afortunada evocación del mundo juvenil del protagonista, narrada con gran veracidad y con un sereno, pero dolorido, sentir del Madrid humilde de finales-comienzo de siglo. La capacidad de observación y la afortunada notación costumbrista conceden al libro un valor testimonial extraordinario. La narración directa, la ingenua perspectiva infantil o juvenil es de un considerable valor, lo mismo que sucede con el afortunado relato del acceso a la experiencia del muchacho protagonista. La forja es, sin duda, el libro más valioso, más afortunado de Barea. El siguiente de la serie, La ruta, es un relato fundamentalmente crítico sobre la guerra de Marruecos. En La llama aparece también la problemática personal de Barea, su vida matrimonial fracasada, su deseo de integración en la lucha popular, su incorporación definitiva a esa lucha sus tareas de censor de despachos de prensa en los corresponsales extranjeros desde su “oficina” instalada en la Telefónica de Madrid, en torno a la cual silban los obuses. Toda la guerra, desde los días heroicos, trágicos y violentos de julio de 1936, pasando por los bombardeos de la capital, la presencia de las Brigadas Internacionales, las luchas ideológicas, la resistencia republicana, la Valencia de la retaguardia, el éxodo final, figuran en las fascinantes páginas de Barea, que en muchos casos recuerdan al mejor Galdós madrileñista y popular.

Arturo Barea Ogazón nació en Badajoz el 14 de agosto de 1897 y murió en Feringdon (Inglaterra) el 24 de diciembre de 1957. De humilde origen, la mayor parte de su vida se desarrolló en Madrid; la pobreza y dificultades de los barrios populares marcaron su trayectoria ideológica. Su formación fue autodidacta. Trabajó como meritorio en un banco, fue uno de los organizadores del sindicato de empleados de oficina de la UGT. Hizo el servicio militar en Ceuta y Marruecos, luchando en la llamada Guerra del Rif. Su biografía hasta la guerra puede seguirse a lo largo de La forja de un rebelde. Durante la guerra se casó con una periodista austriaca. Al finalizara la guerra se exilió Francia y posteriormente a Londres, donde se dedicó al periodismo y a la crítica, siendo autor de dos ensayos: Lorca. El poeta y el pueblo (1944) y Unamuno (1952). Adoptó la nacionalidad inglesa en 1948. Bajo el nombre de “Juan de Castilla” tomó parte en las emisiones españolas de la BBC de Londres. Comenzó su carrera literaria con un volumen de cuentos basados en la guerra civil española, Valor y miedo, que se publicó en Barcelona en 1939, su fama literaria comenzó con la publicación La forja de un rebelde. Posteriormente publicó la novela La raíz rota (1952 en inglés; 1955 en español) Su última obra, un volumen de cuentos titulado El centro de la pista, se publicó póstumamente en 1960, en Madrid.

En su novela La raíz rota plantea un tema de gran interés, el de regreso del exilio, asunto poco tratado por los escritores del destierro como por los de interior. El título de Barea es alusivo a la falta de enraizamiento que se encuentra el exiliado a su regreso, lo que le obliga, tras sucesivas decepciones, a volver al destierro. Y es que, como dijo el poeta: “De todo me arrancaron / me dejan el destierro”.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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Por esa libertad bella como la vida. Aviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm

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sábado, 9 de febrero de 2008

EUGENIO MONTES POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

EUGENIO MONTES
(1897-1982)

“Lloran pianos,
violas, violines, violetas...”
Eugenio Montes.

LA VOZ DE UN REFORMADOR DE LA PROSA ESPAÑOLA

Preciosismo, pasión por las formas, claridad conceptual, elegancia lírica se encuentran en cualquier artículo, en cualquier libro y en cualquier conferencia de Eugenio Montes. Porque el recuerda la repetida sentencia sthendhaliana: “en las naturalezas enfáticas el énfasis es lo natural”. El lenguaje empavesado y archiliterario de Montes no es un producto artificial; es más bien un don natural, aunque perfeccionado por el pulimento. Según Luis Rosales, Montes “fue uno de los reformadores de la prosa española”.

Eugenio Montes es gallego: nació en Vigo, -otras biografía sitúan su nacimiento en Bande (Orense)-, en 1897. En gallego, ha escrito versos de corte clásico; y también prosa. Estudia el bachillerato en Orense y Filosofía y Letras y Derecho en Barcelona. Se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid con una tesis que fue dirigida por Ortega y Gasset. De este amor a la filosofía proviene su rigor mental. Hubiera brillado como filósofo pero fue vencido por el arte, por el hechizo tentador de la palabra hablada y escrita. En 1926 gana la cátedra de Literatura en el Instituto de Cádiz. Tres años más tarde inicia sus colaboraciones en La Época y El Sol, con Acción Española y con Falange Española. A pesar de su amistad con José Antonio Primo de Rivera sus ideas políticas estaban más cerca de tradicionalismo monárquico que del fascismo. A partir de 1931 comienza su carrera de corresponsal en diversas capitales europeas. Colaboró con las principales revistas y periódicos españoles. En 1964 fue nombrado periodista de honor y en 1972 le fue concedido el premio internacional de Periodismo. Montes fue miembro de la Real Academia Española y dirigió el Instituto España en Lisboa y Roma. Eugenio Montes muere en Madrid, el 28 de octubre de 1982.

“En Grecia -escribía Pedro Garfias- se revelaron los que más tardes fueron los verdaderos puntales del ultraísmo: Rivas Paneda, Diego, Montes, Comet, Guillermo de Torre, Adriano del Valle, Isaac del Vando-Villar y algunos otros”.

Como orador y como prosista, su idioma es uno de los instrumentos más halagadores que se han oído en cualquier ámbito de habla española. “Prosa de gaita gallega”, llamó, a la prosa sonora de Montes, José María Pemán. Ha sabido darnos la impresión de Galicia como muy pocos escritores.

Por forma y fondo, a la cabeza del ensayismo español de su tiempo, figurarán siempre El viajero y su sombra (1940) y Melodía italiana (1941), los dos libros más conocidos de Eugenio Montes.

Montes da al ensayo el empuje noblemente retórico del elegante estilo de un humanista, enriquecido en su fina sensibilidad captadora de ciudades y ambientes, de temas de arte y de poesía, bajo la mente vigilante de un estudioso y maestro en la ciencia de la filosofía. Sus libros se leen con interés, agrado y complacencia. Sugerido el título El viajero y la sombra por el de una obra de Nietzsche, su sentido es bien personal y vivido. Todavía es más bello y más sugestivo, Melodía italiana, libro hondo y cordial, de visión y nostalgia y de juicio de arte. Su sentido poético llega incluso a concretarse en hileras de versos. En sus páginas se une el poema y la interpelación metafísica. “Tampoco las más bellas melodías españolas la canta el pentagrama, sino la quejumbre de un pino de Finisterre y ese callar de una calleja en Ecija, con pared blanca y una rosa en el desnudo hombro. Pared blanca y rosa, cal y canto. Eso aún es más griego que Grecia. Eso es aún más antiguo, porque es tartésico”.

Uno de los más interesantes ensayos es La confesión de la Sixtina, sobre Julio II y Miguel Angel, o el extenso Piero della Francesca, o el asombro origen del Cosmos. Es autor, además, de tres libros en gallego: O vello mariñeiro toma o sol (1922), Versos a tres cás o neto (1930) y Tres contos (1930). En 1984 se publicó su Obra en galego.

Sus últimos ensayos le confirman en su amplio humanismo que une, al modo que pudiéramos llamar neo-renacentista, la cultura clásica con la moderna, su profundidad de base filosófica, con la más amplia visión crítica de temas de Literatura y Arte. Supo tratar los temas mostrando a la vez verdadero talento para las ideas y verdadero talento literario, arte de expresión, arte de la palabra. Siendo el escritor de su generación que con mayor número de lazos se ha sentido unido al universo. García Lorca en su famoso Poema del Cante Jondo, dedica a Eugenio Montes la petenera “Campana. Bordón”: “En la torre / amarilla / dobla una campana. / Sobre el viento / amarillo, / se abren las campanadas...”

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Paz y libertad.
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Gracias.

2008 AÑO EUROPEO DEL DIALOGO INTERCULTURAL POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

2008 AÑO EUROPEO DEL DIALOGO INTERCUTURAL

“Alcemos una muralla
juntando todas las manos;
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.”
Nicolás Guillén.

EL RACISMO Y LA XENOFOBIA DE TODOS LOS AÑOS

2008 ha sido declarado Año Europeo del Diálogo Intercultural. De la misma forma tenemos días y años contra el hambre, en defensa del medio ambiente o en defensa de la paz mundial. Es como si el hombre, impotente para resolver sus problemas más antiguos y más importantes, se consolara con destinar un día al año o un año al siglo, a tratar de solucionar lo que es imposible en toda su existencia.

Sin embargo, estas citas puntuales con las buenas intenciones y el lavado de conciencia, serán meritorias de alabanza, si detrás de ellas no hubiese tanta hipocresía como hay. La primera y mayor es que los mismos que señalan esas fechas para llamar la atención sobre los grandes conflictos humanos, suelen ser por la general, los mismos que los provocan, o al menos que los permiten. Y la segunda hipocresía, es el comportamiento de toda la sociedad, que es capaz de conmoverse con el encuentro televisivo de dos parientes que no se veían desde antes de la guerra (seguramente porque maldita las ganas que tenían), y, al mismo tiempo, permanecer indiferente ante la muerte por inanición (también televisada) de miles de niños de los países del llamado tercer mundo. Y es que la población de los países ricos, ha terminado por aceptar, que el hecho de que los pobres del mundo se mueran de hambre, es algo tan natural y normal como las inundaciones que provocan las subidas del Nilo y que ni una cosa ni otra tienen solución.

Todo ello no ocurre necesariamente por la maldad intrínseca del ser humano, ni mucho menos podemos afirmar que los occidentales, por el hecho de serlo y de constituir la clase rica del planeta, sean peores que los demás, sucede sencillamente que las calamidades y la existencia infrahumana de millones de personas en todo el mundo, han sido ya tan asimiladas, tan institucionalizadas por el orden económico internacional, que su representación gráfica ha terminado por actuar como una vacuna contra la solidaridad. De tal forma que las conciencias se encuentran inmunes ante tanta penuria, y se ve como normal algo tan terrible como el hecho de que miles de seres humanos mueran cada día por carecer de aquello que nosotros, los occidentales, tiramos a la basura todas las noches antes de irnos a dormir.

Pues eso mismo, es lo que pasa con el racismo y la xenofobia en nuestro país. Si un grupo de cabezas rapadas, dan una paliza a un hombre de color, todos ponemos el grito en el cielo y hasta se hacen manifestaciones. Sin embargo, también se hacen manifestaciones para que una familia gitana no se vaya a vivir al barrio de los mismos manifestantes. De esto último, nadie se escandaliza. Tampoco se escandaliza nadie de que los emigrantes magrebíes que consiguen llegar a las costas europeas en frágiles cayucos reciban el castigo de tener que intentarlo nuevamente. Sería interesante releer los considerandos de las instituciones europeas para avalar la conclusión de que 2008 tiene que ser el Año del Diálogo Intercultural: Europa tiene que reconocer, con agradecimiento, lo mucho que recibe de los inmigrados.

La agresión violenta es la expresión íntima y radical de un pensamiento social ampliamente extendido entre la población y entre algunos de nuestros políticos: la supremacía racial, es decir, el racismo.

Por eso, no hay que dejarse engañar por las apariencias y pensar, como hace mucha gente, que en España no existen ni el racismo ni la xenofobia, o que es obra de cuatro desesperados, cuando en realidad eso es lo de menos, pues sabemos que todas las sociedades tienen que soportar lamentablemente a individuos que practican diferentes formas de delincuencia. Por desgracia, es algo mucho más cotidiano y extendido entre la población y nuestra clase política, aunque no tenga, salvo excepciones, una expresión agresiva. Expresión, que no es más que la consecuencia del pensamiento racista y xenófobo llevado al extremo, pero que no hay que confundir con las causas. Racismo es que por ser gitano no encuentres una vivienda de alquiler. Que por ser de color no te den trabajo aunque seas un buen profesional. Racismo es que los niños payos marginen en las escuelas a los niños gitanos hasta que se aburren y muchos la abandonan, y que encima los maestros le echen la culpa a la cultura gitana. Racismo es sencillamente, lo que le ocurre a cientos de miles de ciudadanos que en nuestro país por su raza se le marginará cada uno de los 365 días de este Año Europeo de Diálogo Intercultural. Y como dijo el poeta gaditano Sánchez Anes: “Tú que ya estás en los Cielos / dales Paraíso de amor; / y hospedería / a estos pobres emigrantes / de patera y velas blancas, / mirada sombría, / que al amanecer arriban / sin caballos cartujanos, / sin cruces de guía, / a las playas blanquecinas / de los veranos azules / de esta Andalucía”.

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Si quieres la paz, prepárate a vivir en paz con todos los hombres.

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Gracias.

viernes, 8 de febrero de 2008

VENTURA RODRIGUEZ POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

VENTURA RODRÍGUEZ
(1717-1785)

“Grande en la invención, por la sublimidad de su genio;
grande en la disposición, por la profundidad de su sabiduría;
grande en el ornato, por la amenidad de su imaginación
y por la exactitud de su gusto.”
Jovellanos. Elogio de don Ventura Rodríguez.

LA VOZ DEL RESTAURADOR DE LA ARQUITECTURA.

Por formación, inclinación personal y encuadre en el gusto hispano de su tiempo fue un arquitecto que se expresó dentro de un barroco clasicista de origen italiano y fue representante de una Academia de Bellas Artes que la reguló a base de educación y normas comunes. Desde este enfoque se entiende que la arquitectura de Rodríguez choque con el barroco castizo español -Churriguera, Tomé, Ribera-.

En Ventura Rodríguez la arquitectura del buen gusto destaca frente a la tradición anterior. De ahí que algunos ilustrados como Jovellanos, valorasen su obra como la del restaurador de la arquitectura, que “la levantó desde la mayor decadencia al más alto grado de esplendor... y fijó en él la época más brillante de la arquitectura española”.

Ventura Rodríguez Tizón nació en Ciempozuelos, Madrid, el 14 de julio de 1717, siendo hijo de un oficial de albañil. Contrajo matrimonio con María Antonia Rojo, fallecida el 10 de agosto de 1750, y en segunda nupcias con María Micaela Cayón, hija del famoso arquitecto gaditano Torcuato Cayón, la cual moriría el 16 de enero de 1776.

A los catorce años entró al servicio de E. Marchand, que dirigía con gusto francés las obras del palacio de Aranjuez. Durante su formación hizo dibujos para el ornato del Real Sitio. A los dieciocho años Rodríguez entró como oficial delineante de Filippo Juvara, el más importante arquitecto de Italia, y posteriormente con Juan B. Sacchetti. En 1737 era el primer dibujante y sucesivamente fue Aparejador segundo de las Obras Reales y del Palacio Real, lugarteniente de Sacchetti y arquitecto delineador mayor. La mayor parte de su trabajo lo desarrolló de modo anónimo, dibujando para las obras reales bajo la mirada atenta de sus maestros, pero asegurándose comisiones particulares, como el túmulo funerario del Cardenal Molina en 1744 y en 1749 la pequeña iglesia de San Marcos de Madrid, que abre su etapa de madurez.

La actividad temprana de Ventura Rodríguez se derivó de su destacado puesto en el Palacio Nuevo y de su vinculación a la Academia de San Fernando desde el inicio de la Junta Preparatoria (1744). La reorganización de cargos de la Academia le llevó a ser director de Arquitectura (1752), junto con José de Hermosilla, cuya vacante fue ocupada por Diego de Villanueva, dando lugar a numerosos lances, a través de los cuales afloraron sus intereses y sus ideas artísticas.

Afianzado con la seguridad de sus títulos y honores, bajo el reinado de Fernando VI, Rodríguez alcanzó su cenit profesional con un estilo maduro de origen barroco romano. Entre las obras de este período destacan la Santa Capilla del Pilar de Zaragoza, Capilla de San Julián de la catedral de Cuenca, iglesia abacial de Silos (1751), la Capilla de San Pedro de Alcántara en Arenas de San Pedro, el Convento de Agustinos Filipinos de Valladolid, el Sagrario de la catedral de Jaén, el Palacio de Boadilla del Monte, el Hospicio de Oviedo. Entre las obras finales de la década de 1760 señalamos el Pórtico de San Sebastián de Azpeitia y la Colegiata de Santa Fe. En la década de 1770 proyectó tres grandes palacios: para el Duque de Alba, el Conde de Altamira y el Duque de Berwick y Liria.

El cardenal D. Francisco Antonio Lorenzana, arzobispo de Toledo, nombró a Rodríguez Maestro Mayor de la catedral (1772) y promovió la reforma de su fachada principal. Las obras más importantes ejecutadas por Rodríguez en Toledo fueron la Capilla del Palacio Arzobispal, la reforma del Alcázar para hospicio y los retablos de la Capilla de Reyes Nuevos y el Patio del Colegio de Doncellas Nobles.

En 1764 Rodríguez fue nombrado arquitecto supervisor del Consejo de Castilla. Fue reelegido director general de la Academia de San Fernando. El 23 de diciembre de 1777, Rodríguez fue comisionado por la Cámara de Castilla para restaurar Nuestra Señora de Covadonga. Una de sus obras más interesantes es la fachada de la Catedral de Pamplona (1783), con un estilo sobrio, pero de ascendencia barroco-clasicista. Ventura Rodríguez falleció en Madrid el 26 de agosto de 1785.

La fachada de la Catedral de Pamplona culmina brillantemente una trayectoria arquitectónica, formada en el espíritu barroco italiano, estilo con el que hasta el final Rodríguez produjo composiciones basadas en la tensión unitaria y en la integración de las partes, en la utilización del lenguaje clásico y de sus dialectos, lo que hace que su obra resulte siempre solemne, en ocasiones ornamentada y en otras austera, como fruto del concepto de decoro y del uso modal de los órdenes arquitectónicos. Sin olvidar estas dos ideas, en otros momentos es simplemente la funcionalidad y la economía de medios lo que reduciendo la arquitectura a simple construcción, sin llegar a ser neoclasicismo, por el intrínseco carácter barroco de plantas, alzado y espacialidad a las que Rodríguez siempre fue fiel.

Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
Será vano el intento de humanizar las guerras. Lo humano es evitarlas.
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jueves, 7 de febrero de 2008

FORO LIBRE: HOMENAJE A MANUEL CURROS ENRIQUEZ

FORO LIBREASOCIACION CULTURAL, ARTISTICA Y LITERARIA
Francisco Arias Solís - Presidente ~ Plaza San Severiano, 2 ~ 11007 - CADIZ
e-mail: pazylibertad@arrakis.es
URL: http://www.arrakis.es/~aarias

“Del mar por la orilla,
la miré pasar,
en la frente una estrella,
en la boca un cantar.”
Manuel Curros Enriquez.


HOMENAJE DE FORO LIBRE A MANUEL CURROS ENRIQUEZ

El próximo lunes, día 11, a las 20.00 horas, en la cafetería-restaurante El Cantábrico (Avda. Cayetano del Toro, 21 - Cádiz), la Asociación Cultural, Artística y Literaria FORO LIBRE celebrará un encuentro literario sobre la vida y la obra del poeta gallego Manuel Curros Enriquez (1851-1908), con motivo del centenario de su muerte.

Curro es el príncipe de los poetas gallegos. La popularidad de Curros no cede a la de Rosalía de Castro, dentro y fuera de Galicia. Fue coronado dos veces en vida. En Galicia, en Madrid y en La Habana le rindieron multitudinarios homenajes. Ni Pondal, ni, menos Rosalía disfrutaron de semejante culto. Curros se consagró como poeta gallego con la publicación de Aires da miña terra. El número de sus ediciones coloca a este libro a la cabeza de todos los gallegos en cuanto a popularidad. Además de los Aires, Curros no publicó más libros gallegos que O aivino sainete.

En 1871 se casa con Modesta Luisa Polonia Vázquez Rodríguez, hija de un andaluz que era magistrado de la Audiencia de Madrid. En 1872 apareció en La Ilustración Republicana Federal su poesía titulada “Tributo de la sangre”. Un año más tarde ingresa como redactor en la Gaceta de Madrid. En 1880 publica su famoso Aires da miña terra. El obispo de Orense firmó un edicto condenando el libro de Curros por contener “proposiciones heréticas, blasfemas, escandalosas, y algunas que merecen otra censura”. Los ejemplares en poder del editor fueron secuestrados y los moldes deshechos. Curros fue procesado.

El 27 de marzo de 1893 llega para Curros la apoteosis de la coronación que tuvo lugar en el teatro de la Comedia de Madrid. Al año siguiente embarca con destino a La Habana. Allí dirige el periódico La Terra Gallega. Curros ingresa en la redacción de El Diario de la Marina. En 1904 Curros llega a La Coruña, en cuyo teatro Principal, se celebró el solemne acto de la segunda coronación del poeta. Curros regresa a La Habana, donde muere el 7 de febrero de 1908.


No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.
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martes, 5 de febrero de 2008

ARTURO SERRANO PLAJA POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

ARTURO SERRANO PLAJA
(San Lorenzo del Escorial, 1909 – Santa Bárbara, 1979)

“Sólo quiero quererte porque quiero
llevarte, desvalido de la mano
hacia el oscuro llanto que mereces.”
Arturo Serrano-Plaja.

LA VOZ DE LA SECRETA TERNURA

Arturo Serrano Plaja fue un destacado componente de la “generación de 1936”. En España primero con su poesía lírica, amorosa, pero también social –de la cual fue él uno de los principales iniciadores- y de la guerra; y luego en Francia y en América durante cuarenta largos años de exilio, con su poesía de soledad, derrota y nostalgia, y más tarde religiosa; con sus varios ensayos y novelas, Serrano Plaja es sin duda un muy representativo miembro de esa generación escindida, dispersa, truncada, en gran parte malograda, que fue la generación literaria de la guerra civil española.

Tal vez, Arturo Serrano Plaja, ha sido el poeta de su generación que menos audiencia ha merecido en nuestro país, y sin embargo, quizá no haya ningún otro con su capacidad de conmoción en los temas del sufrimiento colectivo, o que se le parezca en lo singular de su queja religiosa, rebelde, sangrante, con su ternura secreta y su desamparo.

Arturo Serrano Plaja nace en San Lorenzo del Escorial en 1909. Estudia el bachillerato en el colegio de los Agustinos de El Escorial. Conoce en Madrid a César Vallejo, de quien recibe enseñanzas filosóficas-políticas. Realiza estudios en la Escuela Industrial de Madrid. Es mención obligada citar sus primerizas colaboraciones en el periódico El Sol, que inició en el año 1932. Por entonces había fundado una revista juvenil que se llamó Revista Nueva, con Juan Antonio Maravall, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo y Javier Echarri. En 1933 fundó otra revista Hoja Literaria, con Enrique Azcoaga y Antonio Sánchez Barbudo. Por esas fechas colaboró en Octubre, Frente Literario y Caballo Verde para la Poesía. Con César M. Arconada y Emilio Delgado fundó, en 1935, la revista El Tiempo Presente, que fue una continuación de Octubre. Tiene especial interés el debate que, en 1935, mantuvo con José Bergamín en Cruz y Raya y en Leviatán sobre el sentido del discurso de André Gide, Defensa de la cultura. Empieza a componer el 1º de Mayo de 1935 los primeros poemas de El hombre y el trabajo, un canto al trabajo en libertad, lleno de fe y esperanza, que es probablemente el mejor libro de poesía escrito en el trienio de la contienda provocada por la rebelión militar de 1936. Participa en la defensa de Madrid y se alista en el Quinto Regimiento. Fue uno de los redactores de Hora de España. Esta revista fue fundada en Valencia a fines de 1936, por un grupo de jóvenes escritores y artistas que desde un principio hicieron de redactores: Juan Gil-Albert, Rafael Dieste, Antonio Sánchez Barbudo y Ramón Gaya. A mediados de 1937, se unieron a ellos en la redacción María Zambrano y Arturo Serrano Plaja, quienes estuvieron igualmente un papel de importancia en la marcha de la revista y el no haber formado parte en su fundación fue debido a estar ausentes de Valencia por aquellas fechas en que fue creada. Serrano Plaja siguió en el frente de Madrid, hasta el verano del 37. “Es Arturo Serrano Plaja, dilecto amigo nuestro –decía Antonio Machado-, un poeta-soldado o soldado-poeta, hombre tan a la altura de las circunstancias...” Y Alberti nos dijo: “Me sobra con conocer a este joven Arturo de El Escorial.... Le tengo fe. Le veo trabajar con furia, con desesperación y constancia. Como verdadero escritor pretende obras grandes... “

Serrano Plaja colaboró, de 1936 a 1939, también en revistas como El Mono Azul y Nueva Cultura. Fue nombrado secretario del II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas y fue lector de la famosa “Ponencia Colectiva”, que firmó junto a Emilio Prados, Miguel Hernández, Ramón Gaya, Juan Gil-Albert, Antonio Sánchez Barbudo, Angel Gaos, Antonio Aparicio, Lorenzo Varela, Herrera Petere...

Se exilia en 1939. Después de haber permanecido algún tiempo en un campo de concentración en Francia, vivió allí mismo y luego se trasladó a América: Chile y Argentina. Cuando Serrano Plaja y Salas Viu llegan a Chile. Pablo Neruda escribe: “Vosotros sois los únicos amigos de mi vida literaria en España que habéis llegado a mi patria. Hubiera querido traerlos a todos y no he desistido de ello. Trataré de traerlos, de México, de Buenos Aires, de Santo Domingo, de España”.

En 1942, exiliado en Argentina, fundó con Lorenzo Varela, la revista De Mar a Mar. En los años cincuenta se trasladó a París. Allí en la revista Cuadernos fue donde publicó, en 1960, el ensayo El arte comprometido y el compromiso del arte, que supuso su ruptura con el comunismo. Serrano Plaja reconvertido al catolicismo y a la vez desengañado con la política se alejó de sus compañeros.

En 1961 fue invitado por su amigo Antonio Sánchez Barbudo a ocupar un puesto de profesor visitante en la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos. De ahí pasó, primero a la Universidad de Minneapolis, en Minnesota, y, después, a la Universidad de Santa Bárbara, en California. Desarrollando en esta última Universidad hasta su muerte, en 1979, la labor de catedrático de Literatura.

La originalidad de la expresión poética de Serrano Plaja se vislumbra ya en sus primeros libros; Sombra indecisa (1932), Destierro infinito (1936) y El hombre y el trabajo (1938). Pero donde estalla es en Galope de la suerte (1958). Otras obras poéticas son: Versos de guerra y paz (1945) y La mano de Dios pasa por este perro (1965). Su novela Del cielo y del escombro (1943) fue calificada como la obra más importante, más ambiciosa de las publicadas hasta entonces por el grupo de jóvenes escritores de la generación del 36. Publicó una Antología de los místicos españoles (1946) y el ensayo Realismo “mágico” en Cervantes (1966). Finalmente en 1970, publicó Los álamos oscuros.

Desde los años de preguerra, aparece Serrano Plaja como poeta riguroso, exigente. No iba su poesía social a ceder el paso al exabrupto o a irse por el fácil camino de la consigna. Precisamente por sincera, un sentimiento auténtico sostiene su palabra. Escribir poesía social no es una degradación de la lírica, sino algo tan legítimo como escribir poesía movida por cualquier otro sentimiento. Asombra y emociona ver cómo Arturo Serrano Plaja supo percibir, en la soledad del cuarto donde, en intimo desahogo, el hombre puede llorar a solas, el esfuerzo común de todos los hombres trabajando unidos.

Una gran preocupación por el destino del hombre –de sí mismo, y de los otros- es típica en toda la poesía de Serrano Plaja. Ahora bien, a este poeta le interesa destacar no el destino último del ser humano, que vive y muere absurdamente, sino contemplar al hombre, productor de fuerza de trabajo; y cantar –o mejor, narrar en forma coloquial-al trabajo “libre”. En su “Canto a la libertad”, el poeta escurialense nos dice que la libertad es el bien más alto que posee el hombre. Por eso no la alcanza la torpe mano de la soberbia ciega que atenta contra ella. Para Serrano Plaja, la libertad era “el pabellón del tiempo colocado en lo más admirable del esfuerzo del hombre, / en la parte más alta que al hombre pertenece”.

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Por la convivencia frente a la crispación.
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lunes, 4 de febrero de 2008

ELIMINAR TODAS LAS BARRERAS POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

ELIMINAR TODAS LAS BARRERAS

“Golpeé con mi voz, con mi palabra
-no sé dónde, ni lo sabré jamás-:
nadie me abrió.”
Emilio Prados.

SE HACE MENESTER UNA MAYOR SENSIBILIDAD

La Unión Europea estima en un siete por ciento de su población, el colectivo de personas que padecen algún tipo de déficit funcional, si a dicho colectivo se le añaden todas aquellas personas que padecen discapacidades transitorias ( personas accidentadas en recuperación...) y todas aquellas otras que presentan una movilidad reducida (ancianos) entonces la proporción se eleva al quince por ciento. En España la cifra se eleva a seis millones de personas.

Algo tan sencillo para una gran mayoría de la población como es dar un paseo o sacar dinero de un cajero automático, puede convertirse en una auténtica proeza para las personas discapacitadas. Son muchas las actividades que están vedadas para estas personas por culpa de las barreras arquitectónicas. Un bordillo de acera, unos hermosos escalones que impiden el acceso en la mayoría de los edificios públicos y privados, puertas de entrada tan estrechas que hay que pasar de canto. Todos estos obstáculos hacen casi imposible que el colectivo de personas que sufren discapacidades pueda moverse por su cuenta por nuestras ciudades sin la ayuda de alguien, lo que condiciona de manera significativa su integración en la sociedad.

La multitud de barreras arquitectónicas y sociales con las que viene enfrentándose desde hace tiempo este colectivo ha contribuido a que en un alto porcentaje no haya podido acceder a la educación y se haya visto abocado al analfabetismo. En algunas comunidades autónomas, las tasas de analfabetismo y de paro de la población que sufre problemas de discapacidad son patéticas.

Muchos parlamentos de comunidades autónomas han aprobado normas que contemplan la integridad de las materias que afectan a los minusválidos. Sin embargo, la aplicación de dichas normas no eliminarán todas las barreras. Aún persistirá una, tal vez la más insalvable, que hace extremadamente difícil la plena integración de este colectivo: la barrera de los prejuicios sociales, de la incomprensión y de la intolerancia.

De nada sirven los vados en las aceras para facilitar la circulación de las personas que se desplazan en silla de ruedas, si la falta de sensibilidad hace que numerosos conductores estacionen sus vehículos frente a ellos. De nada vale colocar rampas de acceso, si las puertas que disponen de ellas son las que permanecen siempre cerradas. De nada servirá poner plataformas elevadoras en los transportes públicos si luego no estuviéramos dispuestos a respetar ese espacio para los que sólo pueden disponer de él. No tendrá ningún sentido adaptar los edificios de viviendas o las instalaciones de los clubes deportivos o recreativos, para hacerlos accesibles a las personas con discapacidad si luego no estuviéramos dispuestos a compartir con ellas esos espacios.

Se abre ante nosotros una nueva etapa, que permite imaginar nuevas ciudades más accesibles y próximas, a las diferentes necesidades de los distintos ciudadanos, más ricas en cuanto a la diversidad de las personas que las habitan, más respetuosas para con el individuo y su peculiar “normalidad”. Pero para ello, necesitamos de un gran esfuerzo colectivo, de una mayor dosis de sensibilidad y respeto hacia los demás y, sobre todo, de las voluntad de solidarizarnos con su problema. El gran reto para estos primeros años del siglo XXI es eliminar todas las barreras. Y como exclamó el poeta: “Señor, Señor de todos, ¿se hará el milagro ahora?”

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Ningún hombre considera que su situación es libre si no es al mismo tiempo justa, ni justa si no es libre.
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domingo, 3 de febrero de 2008

SEGISMUNDO MORET POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

SEGISMUNDO MORET Y PRENDERGAST
(1838-1913):

“Que todos debemos procurar extinguir la hoguera,
pues apagado el fuego, desaparece la columna de humo
que hasta larga distancia denuncia la existencia del peligro.”
Segismundo Moret.

LA VOZ DE UN HIJO PREDILECTO DE CADIZ

Si los gobernantes de España hubieran sido verdaderos hombres de Estado, no se hubiesen escritos hace poco más de un siglo las páginas que más tarde acotarían las historias literarias bajo el rótulo de literatura del Desastre, y hubieran ido sembrando paulatinamente la idea de que era preciso llegar a la emancipación voluntaria de la isla de Cuba. Sin embargo, el gobierno de Sagasta, y singularmente Moret, eran partidarios de la paz. Ni el presidente ni el ministro querían la guerra, por evidencia de la catástrofe. Hicieron cuanto estuvo en sus manos para evitarla, hasta el momento que la presión de carlistas y militares les intimidó vergonzosamente. Faltó valor cívico, faltó entereza, faltó conciencia clara del deber.

Segismundo Moret y Prendergast nace en Cádiz, el 2 de junio de 1838. De familia de desahogada posición, a los pocos años de su nacimiento se traslada a Madrid cursando en la Corte los estudios de Bachillerato y, posteriormente, los de Derecho. Al poco de terminar sus estudios se encargó de la cátedra de Economía Política y después de la de Hacienda Pública de la Facultad de Derecho de Madrid, ambas con carácter de interinidad, hasta que en 1863 ganó por oposición esta última cátedra. Estuvo muchos años de pasante en el bufete de un abogado madrileño. Seguidamente comenzó a pronunciar discursos y a publicar artículos sobre temas económicos y rentísticos y todas las Academias, Ateneos y Círculos científicos de España le abrieron sus puertas en virtud de su especial elocuencia. Fue uno de los fundadores de la Sociedad para Reforma de los Aranceles y en su sesión inaugural se destacó notablemente. También al doctorarse en Derecho Administrativo, pronunció un notable discurso sobre “el capital y el trabajo”. Sus parientes y amigos lo presentaron para diputado y fue elegido por Almadén, provincia de Ciudad Real, en cuya legislatura figuró como independiente. Cuando se discutió el Mensaje de la Corona, Moret, que tenía veinticinco años, pronunció su primer discurso en el Congreso, bellísimo de forma, pero en el que amenazaba con la revolución. Fue muy comentado este discurso, pero seguidamente renunció a su escaño. “El más suave y armonioso de nuestros oradores”, según nos dijo Armando Palacio Valdés, quien también afirmaba de Moret que “la libertad es la musa que inspira todas sus oraciones”.

Triunfante la Revolución de 1868, salió diputado por Ciudad Real pronunciando famosos discursos en las Cortes Constituyentes, y el Ministro Rivero le llevó a la Subsecretaría de Gobernación. En 1870 obtuvo la cartera de Ultramar, y en ella formó las leyes de la Constitución para Puerto Rico, abolición de la esclavitud, comercio de cabotaje y otras. De dicho ministerio pasó al de Hacienda, en el que tramitó el famoso expediente de tabacos, que declararon ilegal los principales personajes políticos obligándole a salir del ministerio.

Nombrado embajador de Inglaterra, renunció a la caída del Gobierno, y entonces estuvo más de un año de director de una importante Casa de Banca de Londres. En las Cortes de 1872 y 1873 figuró como diputado dando su voto para el advenimiento de la República. En 1875 fundó el partido izquierdista, siendo en 1881 ministro de Gobernación en el Gabinete que presidió Posada Herrera, ingresando después en el partido fusionista, liderado por Sagasta.

A la muerte del rey Alfonso XII se encargó del ministerio de Estado y en 1890 volvió a ocupar el de Gobernación. Como ministro de Estado negoció un modus vivendi con Inglaterra y Alemania, y llevó las negociaciones con Marruecos en la primera Guerra de Melilla.

En 1895 pronunció elocuentísimos discursos en Madrid, Zaragoza (representada en Cortes por Moret) y otras provincias, trazando la historia comercial de los Estados Unidos en los últimos cinco años, y política arancelaria, siendo elegido presidente del Ateneo de Madrid (1895-1898) exponiendo en este centro el problema de Cuba; y en Zaragoza defendió la concesión de la autonomía para Cuba y Puerto Rico buscando una paz duradera. Nombrado otra vez ministro de Ultramar, concedió por decreto dicha autonomía, nombrándose un Gobierno autónomo en las Antillas Españolas. Como pensaba Castelar, no es lo mismo la autonomía para la extrema izquierda de Moret que para la extrema derecha de Germán Gamazo. Y aclara: “El señor Moret quería, dirigiéndose a Cuba, decirle, toma las autonomías y daca la paz”, y a esto replicaron Gamazo y Abarzuza, “cambiando la oferta en esta otra, daca la paz y toma las autonomías”.

Moret no fue partidario de la guerra con los Estados Unidos, continuando en el ministerio cuando se inició la guerra con dicha nación (1898) hasta que surgió la crisis política después del desastre del Cavite. En 1901 accedió a la presidencia del Senado; un año después regresó de nuevo a Gobernación. Colaboró en la creación del Instituto de Reformas Sociales, embrión del futuro Ministerio de Trabajo. Se le confió en tres ocasiones, 1905, 1906 y 1909, la formación de gobierno, pero se vio obligado a dimitir. Finalmente fue elegido presidente del Congreso en 1912, durante el Gobierno de Romanones. Segismundo Moret y Prendergast falleció en Madrid el 28 de enero de 1913.

Moret, destacado masón, poseía la Gran Cruz de Carlos III desde 1872; y perteneció a la Comisión Revisora del Código de Comercio; Vicepresidente de la Junta Consultiva de la Moneda; Vocal del Consejo Superior de Agricultura, Industria y Comercio; Presidente honorario de la Cámara de Comercio de Madrid, y Académico de número de la de Lengua y de la de Ciencias Morales y Políticas.

Visitó a Cádiz con frecuencia, haciendo el panegírico de Castelar en una Velada en el Gran Teatro con motivo de la inauguración de la estatua del gran orador gaditano y también pronunció elocuentes discursos con ocasión del Centenario de las Cortes de Cádiz y en la apertura del Primer Congreso Periodístico Español. El 16 de enero de 1907 fue nombrado por el Ayuntamiento gaditano, Hijo Predilecto. En la sala de sesiones de la Casa Consistorial existe una lápida de mármol, en que con letras de oro, dice: Segismundo Moret-Gaditano.

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sábado, 2 de febrero de 2008

PABLO IGLESIAS POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

PABLO IGLESIAS POSSE
(EL FERROL, 1850-MADRID, 1925)

“La voz de Pablo Iglesias tenía para mí el timbre
inconfundible –e indefinible- de la verdad humana.”
Antonio Machado.

LA VOZ DE LA VERDAD HUMANA

Hace ya ochenta y dos años que la voz de Pablo Iglesias ha enmudecido para siempre. La voz de “aquel hombre admirable que esperaba una nueva civilización”, como nos dejó dicho don Miguel de Unamuno. Aquella voz capaz de entusiasmar a Marañón: “¡Con cuánto entusiasmo oíamos aquella voz lejana, que aterró a los espíritus mezquinos de la sociedad española; pero que desde allí, lejos, se veía bien, que era la voz de la verdad”.

Iglesias vivió desde muy pequeño en Madrid. Inteligente y laborioso, pronto alcanzó un buen nivel de instrucción, dada su gran afición por la lectura y las posibilidades que en este sentido le ofrecía su oficio de tipógrafo. Durante toda su vida trabajó activamente en la difusión de las ideas socialistas, viajando incansablemente y escribiendo continuamente artículos en El Socialista, publicación dirigida por él mismo.

Pablo Iglesias ingresó en 1869 en la Primera Internacional. La ilegalización y posterior disolución de la misma por atentar contra la familia, la moral, la patria y... sobre todo contra la propiedad –privada, naturalmente-, le alcanzó afiliado a la Asociación General del Arte de Imprimir. Como directivo de la misma, y sin solución de continuidad de las organizaciones socialistas y de su órgano de prensa, sufrió reiteradas, aunque breves, encarcelaciones, múltiples procesos y diversas sanciones administrativas. Así pues, militó ininterrumpidamente durante cincuenta y seis años de su vida.

A lo largo de estos años, las únicas satisfacciones que obtuvo fueron sus repetidas elecciones como concejal y diputado por Madrid, el lento pero constante crecimiento de sus organizaciones y el respeto y la admiración de sus correligionarios y de otros muchos que no solamente discrepaban de sus principios, sino que militaban en campos adversos. “Lo considero el español más eminente de su época –decía Indalecio Prieto-, aunque en política haya habido otros más sabios y tan virtuosos como él. Le superaron en sabiduría y le igualaron en virtudes Costa, Salmerón y Pi y Margall. ¿Pero quién realizó obra más eficaz, extensa y profunda que la suya?”


Las características más destacadas de la mayor parte de los escritos y discursos de Pablo Iglesias son la originalidad y la actualidad de su contenido. Iglesias condenó siempre la violencia por inhumana y por ineficaz. Cuando el 8 de agosto de 1897 Cánovas del Castillo cayó muerto por un disparo vengador, Iglesias dijo: “Condenamos los crímenes de abajo tanto como los de arriba, aunque algunas veces los primeros sean corolarios de los segundos”. Y añadía: “No contribuyamos a convertir esta sociedad, inarmónica ya por antagonismo de intereses, en una sangrienta lucha de fieras”.

Cuando a fines de 1921 Eduardo Dato caía igualmente abatido por las balas, Iglesias expresaba con mayor claridad aún su pensamiento: “La violencia, por si sola, no resolvió nunca nada: es cosa adjetiva. En España es esencialmente reaccionaria, lo mismo si la ejercen los gobiernos que si la practica el anarquismo. La fórmula salvadora es libertad y justicia. No hay otra”.

Tan sincero era su acento, que cuando en el mismo año de 1921 la Tercera Internacional de Moscú pretendía absorber los partidos socialistas que se habían adherido a la Segunda Internacional, al final del congreso “escisionista” escribió: “... la historia dirá si no hay un principio de error, al deformar la espontaneidad del movimiento de adhesión de todos los proletarios...”

Esto nos demuestra que Iglesias, a más de un confesor, apóstol del socialismo y mártir (probó la cárcel muchas veces), fue también profeta de buena calidad. No es extraño que Ortega y Gasset escribiera: “Pablo Iglesias es un santo”.

Pero quizá lo que más acredita a este santo laico, es su absoluto despegue frente al dinero y al poder. Pablo Iglesias fue siempre un hombre de pueblo: sin dinero y sin apetencias. En efecto, siendo ya un personaje importante de la política del país, el platero Inocente Calleja, que se había convertido fulminantemente a la causa del proletariado, murió dejando en su testamento unos hotelitos de El Escorial a la esposa de Iglesias, “porque de habérselos legado a Pablo, éste los hubiera vendido para emplear el dinero que le diesen en ayudar al sostenimiento del partido y del periódico”.

En 1901 ocupó Canalejas el Ministerio de Agricultura, Industria y Comercio, y pensó crear un Instituto de Reformas Sociales, haciendo de la secretaría el cargo fundamental, con intento de que la desempeñara Iglesias, a quien visitó. La negativa de éste fue terminante: no aceptaría jamás otros cargos que aquellos a los que lo enviara el voto de sus correligionarios.

Queda mucho por contar de la vida del apóstol del socialismo español. “Y es menester acentuar –decía Ortega- que Pablo Iglesias tiene derecho a que su vida sea contada –como ejemplo que solicita la imitación-, cualquiera que fuese la aquiescencia que a sus opiniones se le preste”. Finalmente, citaremos la placa que el Ayuntamiento de El Ferrol colocó en su casa natal: “El 18 de octubre de 1850 nació en esta casa don Pablo Iglesias Posse, apóstol y fundador del socialismo en España. Falleció en Madrid el 9 de diciembre de 1925. En justo homenaje a su vida austera, al temple heroico de su voluntad y la honradez de su conducta, El Ferrol le dedicó este recuerdo en 9 de diciembre de 1927”. Y como dijo Antonio Machado: “En cuanto a la voz de Pablo Iglesias, del compañero Iglesias, o si queréis, del abuelo, yo prefiero escucharla en mi recuerdo o, mejor todavía, en labios de otros hombres no menos auténticos, no menos verdaderos, que aún nos hablan al corazón y a la inteligencia”.

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viernes, 1 de febrero de 2008

ELADIO CABAÑERO POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

ELADIO CABAÑERO
(1930-2000)

“Fue aquella vida falsa paz con hambre
ametrallada paz, desvalimiento
de niños que sufrieron con nosotros.
Agobiadoramente sucedíanse
los días con bombillas que se apagan
sobre la mesa familiar sin padres,
sin amor, sin ayuda, sin sol nunca
en aquel cielo sucio que cubría
de anocheceres largos nuestro pueblo.
Eladio Cabañero.

LA VOZ DE LA CLARIDAD POETICA

“En poesía –escribía Eladio Cabañero-, en todo buen hacer literario, la claridad es, más que un prurito de veracidad, un decidido afán de profundidad y sencillez. Ser sencillo por tanto, vale lo que pueda valer el ser exacto y preciso. No exactitud matemática ni precisión mecánica. La claridad es algo que empieza en la adecuación del diagnóstico con los síntomas, y termina por cumplirse y verificarse en todo cuanto hay de expreso en nuestro colectivo sentimiento”. Y añadía: “Deseo ser de esos que de lo oscuro hacia lo claro aspiran”.

La inspiración no puede ser sólo ganas de escribir, sino una vertical gana de descifrar los podemos mensajes de la vida y sus señales verdaderas. “Escribo al calor de estas temperaturas para que nadie, equivocado –decía Cabañero-, piense que escribo poemas misteriosos, sino de protestas y de amor. Escribo casi siempre de los que nadie defiende: ellos me inspiran y en ellos sólo creo”.

Eladio Cabañero López nace en Tomelloso, provincia de Ciudad Real, el 6 de diciembre de 1930. Su padre, fotógrafo y maestro, militante socialista fue fusilado en 1940, tras la guerra provocada por los militares rebeldes. Autodidacta íntegro –sólo asistió una semana a un colegio-, trabajó en el campo desde los nueve a los catorce años, en que fue aprendiz de albañil y oficial después. En 1956 se trasladó a Madrid, ayudado por los amigos, luego de recibir el Premio Juventud por su poema “El pan”. Trabajó doce años en la Biblioteca Nacional y diez en la editorial Taurus. También ejerció como redactor-jefe de la Estafeta Literaria. En 1957 obtuvo el accésit al Premio Adonais por su libro Una señal de amor, en 1963 recibió el Premio Nacional de Literatura por Marisa Sabia y otros poemas, y en 1971 el Premio de la Crítica por la recopilación de su obra Poesía 1956-1970.

Colaborador de diarios, revistas y emisoras de radio, participó habitualmente en los noventa como miembro del jurado del Premio de Poesía Vicente Aleixandre. El Ayuntamiento de Tomelloso le concedió la medalla de oro de la ciudad . Eladio Cabañero muere en Madrid el 22 de julio de 2000.

Entre las principales obras poéticas de Eladio Cabañero se cuentan: Desde el sol y la anchura (1956), Una señal de amor (1957), Recordatorio (1961), Marisa Sabia y otros poemas (1963), Poesía 1956-1970 (1970).

Eladio Cabañero es uno de los más importantes poetas de la generación del cincuenta. “Poeta social sin aspavientos –escribía Manuel Ríos Ruiz-, sino con profundidad y poeta amoroso de primera magnitud”. Juan Pedro Quiñonero decía: “Eladio comenzó a escribir poemas con las manos untadas de tierra, con las manchadas de cal y de mosto, en los campos, las obras y las bodegas de su pueblo”. Y añadía: “La obra de Eladio, en su pureza magistral, olía a tierra y pan recién salido del horno, con la bondad de las palabra dichas por los hombres buenos en el buen sentido de la palabra”. Eladio Cabañero fue siempre, en efecto, un gran poeta y una gran persona.

Cabañero ha deseado ser defensor acérrimo de lo estrictamente humano. “La vida justa y solidaria –injusta e insolidaria-, ese es el amor que me enamora y la música de mi cantar”, nos decía el poeta de Tomelloso. En su caminar poético sigue el camino de Antonio Machado, César Vallejo, Quevedo, por sólo citar a algunos de los que en su poesía y en su vida son poetas ejemplares.

Para este verdadero poeta, la poesía social es alta razón de eterna actualidad. “Por eso creo –decía-, y muchos compañeros míos comparten estas mismas ideas, que nuestro tiempo necesita de poetas morales, no moralistas, porque lo auténticamente social en poesía está empezando, siempre está empezando”. Y como dijo nuestro poeta: “Como el olvido es malo, nunca olvido, / han pasado estos años... Ahora veo / que es necesario hablar de despedirnos, / de un documento extraño que se firma / para dejar de ver a los que amamos”.

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